No solemos darnos cuenta de lo importante y decisiva
que es nuestra educación en una cultura determinada para explicar nuestros
gustos y afinidades en cualquier manifestación de la vida. Tal vez lo
observemos en las preferencias en las comidas, en las modas en el vestir, en
nuestras costumbres higiénicas, en el idioma e incluso en modismos y dejes
típicos de cada región e incluso de familias o barrios…
Pero nuestra manera de “ver” y de apreciar nuestro
entorno esta tan influenciada por nuestra educación de los primeros años de
vida, que nos resulta difícil comprender otros gustos, apreciar otras bellezas,
valorar otros “tesoros” diferentes a nuestros parámetros de socialización
cultural.
Un pequeño libro escrito en el primer tercio del
siglo XX por el japonés: Junichiro
Tanizaki (Tokio 1886-1965) titulado: EL
ELOGIO DE LA SOMBRA, nos hace reflexionar sobre algunos aspectos que este
autor, enamorado y defensor de su cultura y su arte, nos demuestra, o al menos
nos propone.
Tanizaki explica que la cultura occidental de
principios de siglo XX está excesivamente apoyada en la luz, tanto del sol, del
que no nos protegemos según su criterio, como por la iluminación artificial,
que ya en los años 1930 le parecía excesiva y deslumbradora… (¿Qué pensaría un
siglo más tarde?)
En su cultura japonesa de finales del siglo XIX, se
valora la penumbra, la timidez de la luz en ciertos ambientes, la focalización
de la iluminación hacia objetos o lugares especiales, dejando el entorno en
tenues tinieblas… Y así, nos recorre con sus opiniones, las casas, las
ventanas, las cortinas, los biombos y telas decorativas… los colores de las
porcelanas y lacas, los diseños de paredes y muebles, ropajes… de su cultura
japonesa, en definitiva todo gira en torno a una débil luz que es, según este
autor, refrescante, relajante y directora de la atención, para apreciar todo el
entorno con reposo y sosiego… como la ceremonia del té.
Nos dice este autor, que nosotros jugamos con la luz
y su derroche para llamar la atención y el interés… igual que abusamos de
palabras y rapidez en las imágenes… a Tanizaki, le gusta el tranquilo discurrir
de la oscuridad, de la sombra, de las pausas y del pensamiento relajado…
“En realidad se puede decir que la oscuridad es la condición indispensable
para apreciar la belleza de una laca”
“No obstante, como decía anteriormente, nosotros los orientales
creamos belleza haciendo nacer sombras en lugares que en sí mismos son
insignificantes”
“Creo que lo bello no es una sustancia en si sino tan solo un dibujo
de sombras, un juego de claroscuros producidos por la yuxtaposición de
diferentes sustancias… la belleza pierde
su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra”…
¡Y recordemos que Japón es el imperio del sol!
Viene bien, en estos momentos de tanta luz y calor, viajar por este libro y mirarnos desde otras perspectivas… no tan “iluminadas”.
Escrito por: Javier Morera