Recuerdo mis lejanos tiempos
infantiles, de colegio, en los que esperabas las vacaciones para hacer cosas
que te gustaban, como jugar y leer algunos libros que eran “gordos”, casi de
“mayores” para “quitar” tiempo a deberes y estudios durante el curso normal…
Tarzan, Robin Hood, Robinsón Crusoe,
La Isla del Tesoro, Un Capitán de Quince años, Cinco Semanas en Globo, Colmillo
Blanco, los Tigres de Mompracen, Guillermo Tell, La Flecha Negra…
Te llegaban a marcar el ritmo
de ese verano, leídos despacio, para que no se terminarán pronto… y las
conversaciones a que te lanzaban, con amigos y familiares sobre el tema, la
época, el autor… películas que les intentaban reproducir… ilusiones de
personajes y mundos atrapados en aventuras singulares y recuerdos de aquellas
felices vacaciones…
Recuerdo mis lejanos tiempos
juveniles, de Instituto y Universidad, en los que deseabas las vacaciones para
esas actividades deportivas que te interesaban y esas literaturas que no podías
abarcar entre estudios y trabajos…
Romeo y Julieta, La Celestina,
El Mío Cid, La Iliada, El Quijote, Bodas de Sangre, En Busca del Tiempo
Perdido, Rojo y Negro, El Noventa y Tres, El Nombre de la Rosa, El Mundo de
Sofía, Utopía, Walden Dos, 1984, …
Cientos de obras maestras que
te hacían ver “cosas” de otra manera y ver las cosas que no se veían sin
libros… Y las conversaciones que se entretejían con compañeros, profesores,
amigos… Artículos de revistas, prólogos, conferencias, películas, ensayos,
estudios… todo se relacionaba en esa preciosa red del conocimiento humano, de
la cultura…
Cuando relees alguno de tantos
de estos textos referentes en nuestras vidas, aun emergen recuerdos de aquel
verano, de aquellos paisajes y aquellas personas con las que compartimos temas
y debates… escalones por los que hemos ido subiendo hacia esa atalaya, desde
donde ahora, contemplas horizontes y desiertos con poca energía literaria en
moda…
No es preciso decir que, aunque
podamos leer durante todo el año, las vacaciones son un tiempo bueno y
apropiado para leer con más calma y método que en otras temporadas de horarios
y cansancios… Un asiento, luz, ese libro que nos espera y nuestra inteligencia
para reproducir de nuevo todos los engramas mentales que alguien encapsuló en
esas miles y miles de palabras que forman el libro.
Hay otras muchas formas de pasar las vacaciones… trabajando… viajando… bailando, bebiendo, durmiendo, comiendo… Yo me quedo con mis recuerdos de miles de libros que me han ido deleitando con mundos inmateriales, pero ricamente cargados de idealismos y emociones… línea tras línea… pagina tras página… libro tras libro… año tras año…
Escrito por: Javier Morera
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