“No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.”
Cuando leemos ésta y otras
rimas, incluso algunos de los relatos del famoso Gustavo Adolfo Bécquer, nos dejamos
llevar por su humildad de que la poesía, la belleza de un relato, el óleo de un
museo o la catedral magnifica que admiramos, pueden existir independientemente
de sus autores… como una consecuencia de la vida, de la humanidad, de la
civilización… del arte… del esplendor…
Yo no lo creo así…
Entre todos ayudamos a crear
situaciones y culturas y familias y momentos maravillosos en los que aflora un
genio, un artista, una idea, una perfección… Mozart, Goya, Gaudi, Gothe, Víctor
Hugo… Pero cuando estos y otros de su
nivel, afloran a la superficie, algo se rompe, algo cambia, algo mejora, algo
ya nunca será igual… Elevan, crean, inventan, cambian, trastocan y transforman…
¿Cómo se han creado? ¿De donde
han salido? ¿Que padres, que maestros, que alimentación han tenido?... mejor
dejarlo… te mueres de risa o de pena… No sabemos como, pero han sido
diferentes… Y su legado es universal e infinito…
El caso de Gustavo es de ésta
índole, su sensibilidad y su percepción tan especial hizo lírica y color de
objetos, de rincones, de flores, de paisajes y de personas… que no eran tan
especiales… él los ve así… y nos lo cuenta de una manera tan bella que luego tu
puedes encontrarlos… o al menos buscarlos en su conexión intertextual… ya que
cuando los quieres apreciar en la fría y objetiva realidad, no aparecen, no los
encuentras, no existen…
Por otra parte, ¡que manía en
confundirnos con el empeño de que somos todos iguales!… Hoy creen muchos en una
falacia de la igualdad… Tendremos los mismos derechos pero nunca seremos iguales…
Creen que entrenando todos seremos iguales; estudiando todos seremos iguales…
practicando todos seremos iguales… ¡Que error tan moderno!
Es cierto que los románticos y
Bécquer, entre ellos, gustan de rescatar costumbres, cuentos, leyendas,
tradiciones, canciones ya olvidadas para refrescarlas, embellecerlas y dejarlas
en custodia de la cultura más selecta… Pero no es menos cierto que además de
rescatar, restauran y revalorizan, reinventan y engrandecen de tal forma y
belleza lo que eligen que ya no es lo que era… pasa a ser un verdadero tesoro
no solo debido a su belleza, sino también a ser la obra maestra… del maestro,
del artista, del genio que no es ni hace lo mismo que los otros y como lo hacen
los otros…
Concluyo con el final de esta
preciosa Rima IV del querido Gustavo…
“Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!”
Escrito por Javier Morera
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