“El tío Ratero se reclinó, aplastó una oreja contra el suelo y
auscultó insistentemente las entrañas de la tierra. Al cabo se incorporó,
apuntó con el pincho de hierro la hura junto al cauce y dijo:
-Aquí la hay.
La perra agitó el muñón y olfateó con avidez la boca de la hura.
Finalmente se alebró, la pequeña cabeza ladeada, y quedó inmóvil, al acecho.
-Ojo, chita -dijo el Ratero y de un solo golpe hundió el pincho
de hierro a un metro de la ribera.
La rata cruzó rauda junto al hocico del animal, escabulléndose,
con un rumor de hojarasca, entre los carrizos resecos de la orilla.
El Nini voceó:
-¡Hala con ella!
La Fa se arrancó como una centella tras la rata. El hombre y el
niño corrían por el ribazo, estimulando con sus gritos al animal. Se originó
una persecución accidentada entre los despojos de los carrizos y la corregüela.
La perra, en su frenesí, quebraba los frágiles tallos de las espadañas, y las
mazorcas se desplomaban sobre el riachuelo y la corriente las agitaba mansamente
en un movimiento de vaivén. La perra, de pronto, se detuvo. El tío Ratero y el
Nini conocían su situación exacta por las esbeltas espadañas erectas, allí
donde concluía la oquedad abierta entre la maleza.
-Tráela, Fa -dijo el Nini.
Las espadañas se agitaron un momento, se oyó un sordo rumor de
lucha y, al cabo, un breve gruñido, y el tío Ratero dijo:
-Ya la tiene.”
Algunos que tenemos muchas
canas, hemos conocido ese mundo tan duro, pobre, analfabeto y mísero que nos
describe nuestro Delibes en los años sesenta por estas tierras…
Hemos conocido ese mundo, no
tan lejano, de personas pobres de todo… menos de ganas y habilidades para ir defendiéndose
en esta “vida” que es mas difícil para unos que para otros…
Hemos conocido casas que eran
cuevas…
Hemos conocido los “negocios”
de cazar y pescar de todo… ratas, conejos, perdices, codornices, gorriones,
ranas, caracoles, madrillas, carpas, percas, truchas…
Hemos conocido los recolectores
de todas las “cosechas” naturales para su tráfico comercial… espárragos de
monte, esparto, setas, mimbres, cañas, leña…
Hemos conocido los que
aprovechaban los exiguos restos de campos cuando ya habían sido bien
recolectados… que se les llamaba “a replegar”…
Hemos conocido los que recogían
trapos, chatarras, papeles, pieles, cartones, muebles viejos, cables… ropas ya
inútiles… cualquier desecho para su reciclaje en venta…
Hemos conocido los que recogían
colillas de cigarrillos y puros para rearmar otros cigarros…
Hemos conocido los que casi te
“descuidaban” cualquier objeto, antes de que lo tirases a la basura…
Y no me refiero a los que
consideramos mendigos o vagabundos, sino a profesionales que “vivían” de esas
requisas casi consentidas por la autoridad y por la sociedad…
Algunos consiguieron medrar…
poner negocio en su trabajo… y hasta sacar adelante algún hijo que hoy tiene
casa y oficio… y a alguno de sus nietos del “ratero” que nos pone tan bien
dibujado Don Miguel Delibes en su libro “Las Ratas”… alguno de esos
afortunados… nuestra maravillosa clase política en el poder… le dice que
aprenda ingles y emigre a buscar trabajo a Londres o a Canadá…
Y yo le digo, como le diría el
“tío Ratero”… ¿para coger ratas en Canadá es necesario saber ingles?... será
por el perro, claro… que no sabrá Castellano como el Fa de nuestro “Ratero”…
Escrito por: Javier Morera
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