No hace mucho me decía un amigo que no
había encontrado la célebre obra de “Bodas de Sangre” en una importante
biblioteca… me sorprendió mucho, pero ya casi estoy acostumbrándome a ser un “bicho raro” que sigo leyendo y admirando
a los clásicos cuando ahora los libros que triunfan son los de “cocina” y esas
novelas de “películas escritas” que cuesta más leerlas que lo que duran en la
moda de las librerías… ¡Tal vez las bibliotecas ya se han olvidado de sus
grandes fundadores! Como en ese poema que todos conocéis… "Lluvia"
“Y son las gotas: ojos de infinito que
miran
al infinito blanco que les sirvió de
madre.”
Al momento de hablar con este
“intelectual” me di cuenta de que la buscaba por un autor que no es… en la
autogestión de “búscatelo tú mismo”…
se perdía por “Lorca”… y su autor es Federico García Lorca… La verdad es que
mucho debió de pesar la madre, maestra y sensible, en la formación artística de
nuestro genial Federico… él decía que su
padre le dio la pasión y su madre la inteligencia… pero para nombrarlo, hay
que recurrir al apellido paterno, en primer lugar…
Hace unos días tratábamos la novela de
“La Tía Tula”, de nuestro eterno profesor Unamuno… que también estuvo muy
marcado por el cariño con su madre, que además era su prima, y también en su
obra resaltaba esos valores tan humanos pero tan sobrehumanos que ejercen
algunas mujeres por amar, educar y criar a los hijos…
Ahora hablaremos de “Bodas de Sangre”,
donde me impresiona como queda bien claro desde el principio el vaticinio de la
madre… morir por nada, por unos malos rencores, por unos orgullos y
unas imperiosas violencias sin razón… morir en el camino… Tal vez también la
madre de Federico sufrió con claridad lo que le podría suceder a su hijo…
La tragedia griega de toda madre… ver
como su gran tesoro se pierde por un pequeño trozo de hierro… o por una bala… o
por unas monedas… o por unos ideales que se pasarán de moda como los libros en
las librerías… morir sin solución… morir por nada…
La tragedia de la maternidad en un
mundo donde no se aprecia la vida… y sí la guerra…
Escrito por: Javier Morera Betés
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