martes, 8 de octubre de 2013

EVALUAMOS PARA SABER CÓMO...Y A DÓNDE VAMOS




Puede que nuestro viaje a través de los libros mas románticos, y las películas más sensibles, den una imagen de nuestra asociación excesivamente arbitraria, dispersa, perdida… Como si no supiéramos ni por qué hacemos esto, ni para qué hacemos aquello… puede que alguien que no nos conozca pueda pensar que nuestros “prontos” emotivos nos dirigen a contradicciones ciclotímicas y pendulares… Puede que alguien piense que todos los médicos son higiénicos o todos los ingenieros son ingeniosos…
De cualquier forma hay que someterse en cualquier tarea a la programación, a la determinación de planes y objetivos y especialmente, es imprescindible el autocontrol mediante procesos evaluativos que nos aseguren el ajuste máximo al programa y las necesarias correcciones, si ha lugar, para volver al rumbo establecido…
Este viernes pasado, tras las ausencias veraniegas de unos y otros, nos hemos sometido a nuestra reunión de evaluación del primer semestre y nos hemos repasado con objetivos, con números, con estadísticas y medidas de relación y ponderación, con juicios de valor… la tarea que se ha realizado desde enero hasta junio… Muchos datos, muchos cuadros, muchos índices, muchos comentarios… leer, leer romántico no es óbice de medir… de acertar el plan o de errar los objetivos…
Todos debemos medir… todos y en todo debemos constatar si se ajusta lo que pretendemos con lo que conseguimos… y en los aspectos más sociales, más etéreos, más voluntarios… más si cabe…
Y lo principal no es saber cuánto hemos leído… ni siquiera ¡qué! hemos leído… creo que la pregunta, al menos para mí, es…
¿Para qué me ha servido lo que he leído?
Sí, eso es bien difícil de evaluar…
Muchos educadores, muchos políticos, todos debemos hacernos estas preguntas antes de seguir “arreglando” el mundo con tanta palabra inútil y tanta acción nefasta para los primitivos y loables objetivos que nos anunciaban…
Problemas de Evaluación…
Problemas de Validez…
Problemas de Sentido y honradez…



Escrito por Javier  Morera Betés


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