En 1787 Johan Heinrich Wilheilm Tischbein (1751-1829) pintó
esta maravillosa obra que se ha considerado de las mejores de su mano y la más
famosa.
Goethe en la
campiña romana, esta en
Frankfurt, y en él se aprecian contrastes del romanticismo junto al interés
neoclásico… todo un lujo de obra, de las famosas del mundo…
El motivo es claro, un Goethe reposado, sereno, tranquilo,
maduro, elegante pero lejano… un Goethe que ya había publicado su juvenil
Werther pero aun estaba con su tormentoso Fausto en la imaginación… un Goethe
que recorría Italia, admiraba a los clásicos, leía a Homero, pero charlaba y
aconsejaba a Tischbein y otros artistas de la época.
Es notoria la genialidad de este pensador alemán que se
implicó en tantas artes y letras, en tantas capacidades y ciencias… y en todas
dio frutos, destacó… o al menos fue reconocido… Friedrich, Turner, Liszt… de una u otra
manera, en vivo o en diferido su espíritu nos ha invadido hasta hoy…
Me extraña que no hagan un “plato” o un “montadito” a lo
Goethe… ya que la cocina es el arte, la ciencia y la piedra filosofal de
nuestros tiempos… tiempos de hambre intelectual y de “michelines barrigueros”…
Escrito por: Javier Morera
Betés
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