Todos sabemos, si nos ponemos serios y objetivos,
diferenciar los hechos que ocurren, de otras comunicaciones que conllevan
interpretaciones, opiniones, gustos, exageraciones, deformaciones, ironías…
hasta llegar a la clara mentira basada en falsedades reconocidas.
Siempre ha habido, especialmente entre dirigentes y
mandatarios, intereses y tendencias en “manejar” la información para convencer,
controlar, manipular… a los “dirigidos” hacia la dirección pretendida… También
hemos conocido siempre, con cierta comprensión, las exageraciones de la
publicidad… hasta las “cortesías” del protocolo y la galantería… Pero en estos
últimos tiempos de globalización y capacidad de comunicación tan
extraordinaria, nos topamos con un concepto especial en la desinformación y el
despiste de los hechos… estoy tratando el concepto de Posverdad, termino curioso que se emplea desde 2016 de manera muy
extendida y que nos intenta acotar muchas formas de desinformar, de ocultar la
verdad, de deformar los hechos… de mentir de maneras muy indirectas y sutiles…
y que consiguen confundirnos, equivocarnos, distraernos del núcleo y perdernos
por las ramas y nudos de caminos que no conducen más que al error.
Matthew d’Ancona en su sencillo y breve libro:
Posverdad, de 2017, nos acerca a estos temas… con teorías y ejemplos, con casos
y personajes que han marcado ya una época de posverdad… como el ex presidente
de Estados Unidos de América, Donald Trump, del cual nos cuenta el autor que es
claramente un producto de esta cultura de la posverdad… y que recientemente
sigue dándonos ejemplos de esa manera de “confundir” al publico… Pero la
tristeza de este autor y del que escribe este post, no es tanto que haya
“emisores” no fiables o mentirosos… el gran problema, es como cada vez, con
menos sofisticación nos van atrapando, engañando… manipulando… convenciendo y
encandilando… como pobres adolescentes ignorantes e inseguros que tienen que
aceptar lo que les dice el “listillo” de su banda…
¿Cómo nos engañan con viajes de felicidad?, ¿Con
maquinas que harán todo el trabajo? ¿Con inteligencia artificial?, ¿Con líderes
que solucionaran la inmigración?, ¿Con inversiones que nos darán fortunas?...
Tristemente, no parece que estemos ganando con
nuestras “larguísimas etapas educativas” el análisis crítico y científico con
el que nos educaron en los finales del siglo XX, y en su lugar, cada día mas,
operan las emociones, las pasiones, los miedos… que tan de moda pusieron los
teóricos de otras épocas como el conocido psicoanálisis de principios del XX.
Desechemos todo lo superfluo… el maquillaje, los
adornos y el decorado… vallamos a hechos verificables, a testigos de solvencia…
y dudemos de todo y de todos, hasta ser asépticos y sanos, maduros y objetivos,
realistas y empíricos… Puede que desmontemos algún ingenuo santurrón de buena
fe, pero descalabraremos a millones de impostores que solo quieren nuestro voto o nuestro dinero.
Es difícil conocer la verdad, pero a la mentira se
la ve de lejos.
Escrito por: Javier Morera